Por José Gandour @gandour

Los tiempos afortunadamente cambian en materia musical. Podemos ya esperar que las buenas bandas no salgan solamente de los sitios obvios de donde siempre han surgido, sino que, si para algo ha servido la maldita globalización, es para que en sitios poco reconocidos como urbes rockeras, como Mendoza, Argentina, salgan 4 chicas dispuestas a patear los moldes más obvios del punk y vuelvan a hacer al género tan divertido como en aquellos dias cuando nació. Se llaman Las Ex y han tomado por sorpresa el campamento rockero, normalmente lleno de hombres amargados que intentan impresionar con obviedades a su afición y a las despistadas féminas de los bares, aspirando todavía a ser tomados como estrellas. Los tiempos han cambiado y está claro que ya, afortunadamente, buena parte del poder de la música contemporánea está en manos de mujeres inteligentes, divertidas, que saben hacer grandes composiciones.

Su recién estrenado primer álbum, Primera temporada, es una colección de 10 canciones entretenidas de principio a fin y con un sonido tan potente que pone a temblar el recinto de cualquier oyente. Son temas desenfadados, pero no por ello deben tomarse a la ligera. Sus letras pueden ser mensajes de su generación, palabras fáciles de entender que expresan un sentimiento de claro malestar, pero aún así, no por ello, se para la fiesta y se deja de celebrar. La voz particular de la cantante, Laura Velázquez, cuya entonación tiene unos saltos agudos dignos de ser celebrados, marca una pauta particular, que seguramente a algunos rigurosos comentaristas musicales les disgustará. Igual hay que decir que tenemos suerte que ese tipo de críticos musicales,  acostumbrados sólo a escuchar las acartonadas estrellas de los concursos televisivos populares, nunca han mandado la parada en cuestión de la constante revolución musical. Lo que hacen Las Ex es saber acudir al rock and roll, a la música surf y a lo más retorcido del pop, para hacer himnos que duran menos de tres minutos y que son capaces de dejar la habitación llena de gozo, sudor y explosión emocional. Es música recia que nos zarandea, pero a su vez nos contagia en su regocijo. Temas como Vitamina, Desilución y No tengo fa, pueden ser oídas en cualquier calle latinoamericana, donde no se necesita mucha explicación para saber que el alborozo es una de las principales armas para combatir la mediocridad del ambiente. Mención especial al último corte del disco: Se llama A mi madre, y es una fabulosa mezcla de Smell like teen spirit, de Nirvana, con la letra de una canción original de Andy Chango. Es una canción de la cual bandas como Kaka de Luxe u otras agrupaciones inventoras del buen punk en nuestro idioma estarían orgullosas de haber podido imaginar.

Las Ex están sacudiendo la puerta de su casa. Atiéndalas como se merecen: Como una buena propuesta que viene a desordenar todo lo que hay alrededor.

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